Friday, February 7, 2014

[Editorial] Acerca del Final Fantasy X/X-2 remaster







Quizá sea que la acuciante inmediatez de la vida moderna se ha impregnado en la forma de hacer video juegos, o tal vez la razón esté en que el énfasis en la calidad gráfica ha cambiado el gusto de los jugadores o en la intención de ampliar el público meta de la industria; pero lo cierto es que hoy por hoy en el género RPG hemos aprendido amar las entregas que buscan un juego de rol activo, ágil, ultradinámico, lleno de acción, en donde quien está detrás del control encarna a un sólo personaje por vez, y ejecuta todas sus acciones. No obstante, en contraposición hemos atestiguado con desconsuelo el desvanecimiento de los juegos que buscan favorecer la batalla por turnos (estática pero estratégica) y colocar al jugador en una posición de maestro de orquesta, más que de ejecutor directo.

Teniendo en cuenta este panorama resulta de particular relevancia la entrega de Final Fantasy X/X-2 HD remaster para el 18 de marzo de este año. Único entre la oferta actual de videojuegos, este clásico ofrece no solo la oportunidad de revivir la modalidad de juego por turnos, y obsesionarse con un complejo sistema de personalización y desarrollo de personajes que enriquece la experiencia de juego de forma sustancial, sino que además su impecable dirección de arte, su historia envolvente y profunda, y sus decenas de horas de sidequesting hacen que esta entrega prometa reavivar el interés por el que posiblemente sea el último gran RPG, desde la interpretación clásica del género.


Cuando la décima entrega de la saga principal de Square arribó al  Play Station 2 los jugadores vaciaron los estantes de las tiendas, y la crítica le confirió un estatus icónico dentro del género. Lo primero que resalta a la vista es la propuesta de un canon estético único en el mundo de los video juegos, basado de forma exclusiva en la cultura asiática. Una paleta policromática de estilos y texturas forman un leguaje visual cohesionado pero que remite a la naturaleza intrínsecamente heterogénea del Asia, el jugador discurre por hermosos escenarios que evocan influencias de la arquitectura, vestimenta y paisajismos japoneses, chinos, mongoles, hindúes y tibetanos; es incluso posible identificar ciertas alusiones al pacífico insular, el sudeste asiático y el oriente medio.

Más aun la versión remasterizada promete una mejoría sustantiva en la experiencia visual del usuario, con nuevos mapas, menús, modelos de los personajes y CGs prerenderizados en HD, además de modificaciones en la animación y mejoras en la iluminación y el texturizado. Las novedades en la oferta audiovisual las terminan de completar un soundtrack bastante retocado, en sonido digital y la indispensable corrección del atroz trabajo de lip sync que los jugadores de la versión anglosajona original tuvimos que soportar.

Otro de los aspectos destacables de Final Fantasy X reside en la exitosa empresa de diseñar un sistema que lograra fusionar la batalla de turnos de los RPG clásicos con el dinamismo de una nueva generación de juegos de video, a través de una simple modificación a la fórmula usual: el jugador controla un party de tres personajes, pero esta vez a diferencia de FFIV o VII, al comienzo del turno del personaje el usuario tendrá la oportunidad de cambiarlo por cualquier otro de los que están esperando en la banca de calentamiento, lo que permite planificar estrategias que aborden las debilidades y fortalezas de cada personaje.

Esto unido al hecho de que la party y los enemigos se sitúan estáticos frente a frente en hileras paralelas y que la animación ocurra sólo cuando suceda cada acción (sin la barra de carga del modelo ATB) invitan a descubrir que la mayor parte de la acción va estar sucediendo en la red de estrategias que el jugador ávido y eficiente procurará realizar en el transcurso de la batalla, en otras palabras esta se desarrollará a la velocidad de su pensamiento, y no de ninguna barra de carga, a la vez que se otorga el tiempo necesario para que el jugador realice un planeamiento minucioso que tome en cuenta los turnos de todos los participantes y la articulación eficaz de sus acciones. En otras palabras el jugador lo controla todo; la fluidez y la belleza de cada batalla será directamente proporcional a su pericia.

Esta no es lo único en lo que FFX alienta y recompensa al jugador dedicado. El sphere grid, como eje del desarrollo de personajes, es una versión mucho más desafiante y compleja, asemejándose más al sistema de perks de Skyrim, en donde el jugador debe planificar celosamente pero con libertad de elección el desarrollo de los stats y las habilidades de cada personaje. La remasterización HD contará además con una nueva sphere grid, que fue incluida en la versión internacional que nunca logró llegar a este hemisferio, y que podremos disfrutar por primera vez en marzo.

Además de esto, los jugadores algo masoquistas que como nosotros extrañan ese sentimiento de empeño y esfuerzo que se incuba sólo después de horas de hacer side quest poco condescendientes,  verán con esperanza las decenas de horas extras de un juego que puede acabarse en 50 horas, pero que tiene la capacidad de extenderse a más de 100, como por ejemplo conseguir ítems raros, y armas sagradas. Consecuentemente, esta nueva versión contara no sólo con los ya conocidos aeons secretos, la cacería, el blitzball y el omega dungeon, sino además se incluyen los megabosses de la versión internacional: los dark aeons. Sin mencionar que el paquete incluye por de facto el Final Fantasy X-2, la primer secuela de un juego de la sega principal de FF, que a diferencia de la entrega original se destaca por un extenso sistema de jobs con influencia j-pop y magical girl (gustos son gustos).

Por último, el presente artículo estaría gravemente incompleto si no se atreviera a realizar un vehemente hincapié en la forma magistral, enigmática y envolvente en la que FFX logra contar una historia atemporal, que realiza una crítica sagaz la alienación y el adoctrinamiento que algunas religiones tienden a imponer sobre sus feligreses, por medio de la culpa, el pecado y el llamado a la redención, a la vez que aborda temas clásicos como el deber, la amistad, el amor imposible, el poder, la corrupción, y la manipulación de las masas.








Paulo Bolaños y Manrique Sandoval. Escritores de El Gaymer.









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