Quizá sea que la acuciante inmediatez de la vida
moderna se ha impregnado en la forma de hacer video juegos, o tal vez la razón esté en que el énfasis en la calidad gráfica
ha cambiado el gusto de los jugadores o en la intención
de ampliar el público meta de la industria; pero lo
cierto es que hoy por hoy en el género RPG hemos
aprendido amar las entregas que buscan un juego de rol activo, ágil, ultradinámico, lleno de acción, en donde quien está detrás
del control encarna a un sólo personaje por vez, y ejecuta todas sus
acciones. No obstante, en contraposición
hemos atestiguado con desconsuelo el desvanecimiento de los juegos que buscan
favorecer la batalla por turnos (estática pero estratégica) y colocar al jugador en una posición de maestro de orquesta, más que de ejecutor directo.
Teniendo en cuenta
este panorama resulta de particular relevancia la entrega de Final Fantasy
X/X-2 HD remaster para el 18 de marzo de este año.
Único entre la oferta actual
de videojuegos, este clásico ofrece no solo la oportunidad de
revivir la modalidad de juego por turnos, y obsesionarse con un complejo
sistema de personalización y desarrollo de
personajes que enriquece la experiencia de juego de forma sustancial, sino que
además su impecable dirección de arte, su historia envolvente y profunda, y
sus decenas de horas de sidequesting
hacen que esta entrega prometa reavivar el interés
por el que posiblemente sea el último gran RPG,
desde la interpretación clásica del género.
Cuando la décima entrega de la saga principal de
Square arribó al Play Station 2 los jugadores vaciaron los
estantes de las tiendas, y la crítica le confirió un estatus icónico
dentro del género. Lo primero que resalta a la vista
es la propuesta de un canon estético único en el mundo de los video juegos,
basado de forma exclusiva en la cultura asiática. Una paleta policromática de estilos y texturas forman un
leguaje visual cohesionado pero que remite a la naturaleza intrínsecamente heterogénea
del Asia, el jugador discurre por hermosos escenarios que evocan influencias de
la arquitectura, vestimenta y paisajismos japoneses, chinos, mongoles, hindúes y tibetanos; es incluso posible identificar
ciertas alusiones al pacífico insular, el sudeste asiático y el oriente medio.
Más aun la versión
remasterizada promete una mejoría sustantiva en la
experiencia visual del usuario, con nuevos mapas, menús,
modelos de los personajes y CGs prerenderizados en HD, además de modificaciones en la animación y mejoras en la iluminación y el texturizado. Las novedades en la oferta
audiovisual las terminan de completar un soundtrack bastante retocado, en
sonido digital y la indispensable corrección
del atroz trabajo de lip sync que los
jugadores de la versión anglosajona original tuvimos que
soportar.
Otro de los
aspectos destacables de Final Fantasy X reside en la exitosa empresa de diseñar un sistema que lograra fusionar la batalla de
turnos de los RPG clásicos con el dinamismo de una nueva
generación de juegos de video, a través de una simple modificación a la fórmula
usual: el jugador controla un party
de tres personajes, pero esta vez a diferencia de FFIV o VII, al comienzo del
turno del personaje el usuario tendrá
la oportunidad de cambiarlo por cualquier
otro de los que están esperando en la “banca de calentamiento”,
lo que permite planificar estrategias que aborden las debilidades y fortalezas
de cada personaje.
Esto unido al hecho
de que la party y los enemigos se sitúan estáticos frente a
frente en hileras paralelas y que la animación
ocurra sólo cuando suceda cada acción (sin la barra de carga del modelo ATB) invitan
a descubrir que la mayor parte de la acción
va estar sucediendo en la red de estrategias que el jugador ávido y eficiente procurará realizar en el transcurso de la batalla, en otras
palabras esta se desarrollará a la velocidad de su pensamiento, y no de ninguna
barra de carga, a la vez que se otorga el tiempo necesario para que el jugador
realice un planeamiento minucioso que tome en cuenta los turnos de todos los
participantes y la articulación eficaz de sus acciones. En otras palabras
el jugador lo controla todo; la fluidez y la belleza de cada batalla será directamente proporcional a su pericia.
Esta no es lo único en lo que FFX alienta y recompensa al
jugador dedicado. El sphere grid,
como eje del desarrollo de personajes, es una versión
mucho más desafiante y compleja, asemejándose más
al sistema de perks de Skyrim, en
donde el jugador debe planificar celosamente pero con libertad de elección el desarrollo de los stats y las habilidades de cada personaje. La remasterización HD contará además con una nueva sphere grid, que fue incluida en la versión
internacional que nunca logró llegar a este hemisferio, y que podremos
disfrutar por primera vez en marzo.
Además de esto, los jugadores algo masoquistas que
como nosotros extrañan ese sentimiento de empeño y esfuerzo que se incuba sólo después
de horas de hacer side quest poco
condescendientes, verán con esperanza las decenas de horas extras de un
juego que puede acabarse en 50 horas, pero que tiene la capacidad de extenderse
a más de 100, como por ejemplo conseguir ítems raros, y armas sagradas. Consecuentemente,
esta nueva versión contara no sólo con los ya conocidos aeons secretos, la cacería, el blitzball y el omega dungeon, sino
además se incluyen los megabosses de la versión internacional: los dark aeons. Sin mencionar que el paquete incluye por de facto el Final
Fantasy X-2, la primer secuela de un juego de la sega principal de FF, que a
diferencia de la entrega original se destaca por un extenso sistema de jobs con influencia j-pop y magical girl
(gustos son gustos).
Por último, el presente artículo estaría gravemente incompleto si no se
atreviera a realizar un vehemente hincapié en la forma
magistral, enigmática y envolvente en la que FFX logra
contar una historia atemporal, que realiza una crítica
sagaz la alienación y el adoctrinamiento que algunas
religiones tienden a imponer sobre sus feligreses, por medio de la culpa, el
pecado y el llamado a la redención, a la vez que aborda temas clásicos como el deber, la amistad, el amor
imposible, el poder, la corrupción, y la manipulación de las masas.
Paulo Bolaños y Manrique Sandoval. Escritores de El Gaymer. |
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